jueves, marzo 6

JAVIER ALVARADO · SANTIAGO DE VERAGUAS, PANAMÁ, 1982.


hizo sus estudios en el colegio panama school y después obtiene el titulo de licenciado en lengua y literatura españolas por la universidad de panamá en el año 2005. su obra ha merecido el reconocimiento de poetas continentales como. thelma nava de méxico quien ha dicho: “en javier alvarado encontramos a un poeta de una voz muy singular que despliega ante nosotros los mapas de su espíritu ” así como también la aparición de sus poemas en varias antologías de poesía hispanoamericana. ha sido galardonado con el premio nacional de poesía joven de panamá gustavo batista cedeño en los años 2000. 2004 y 2007, premio de poesía pablo neruda 2004 y premio de poesía stella sierra en el 2007. con motivo del premio neruda se realiza un documental sobre su vida y su obra y así como un viaje a recorrer por chile las casas del premio nobel chileno. obra publicada: tiempos de vida y muerte (2001) ediciones del instituto nacional de cultura.; caminos errabundos y otras ciudades (2002) ediciones universidad tecnológica de panamá.; poemas para caminar bajo un paraguas (2003) imprenta alvarado.; aquí, todo tu cuerpo escrito, ediciones instituto nacional de cultura 2005, segunda edición 2006; por ti no pasa nunca el tiempo (y otros poemas al espejo) (2005), ediciones universidad tecnológica de panamá; no me cubre de edad la primavera, ediciones del instituto nacional de cultura; soy mi desconocido, 9 signos grupo editorial. cada día crece el interés del público por la obra de este vate perteneciente a la última generación de poetas de panamá.


ALICIA EN EL ESPEJO
O LA APERTURA DEL LIBRO DE LAS MARAVILLAS

Entonces Alicia recorre su delicia
prepara las poses para la instantánea fotográfica;
Lewis Carroll dibuja el paisaje para la fotografía.
Está ahí llena de andrajos, resuelta de pordiosera,
es la lluvia de plurales, cuando todos los conejos de Pascua
se incendian y todos los demonios dejan sus remos pudriendo
en la derrotada orilla. Sus ojos son dos lagunas muertas
donde dejan los águilas sus efebos fluviales
¿Quién es ella la que entra con doradas voces
en el acertijo de la nada, cuando toda queda invocado
y puesto sobre la mesa como un huevo triunfal
para un comensal de oro?
y desayunan las huestes y las Parcas
van acampando con ese sonido de cuerpo vacío
que tienen las aves sin esqueleto y sólo canta el pico
amaestrado de su daga cuneiforme y la apertura del libro
de las Maravillas es otro salmo vocalizado por la carne
y sólo solfean las niñas desnudas para el ojo de Carroll.
Son muchas las poses para la instantánea fotográfica.
Aquí te veo, Alicia, con dedos de piedra
con ojos asustados y medias vacías sin golosinas.
¿Qué pone a nadar a los deseos en el ánfora del espanto?
Levántate, Alicia, que no duerma más tu deuda de muñeca.
¿En qué espejo de hombre entraste para descubrir las maravillas?
¿Acaso se oculta un delfín detrás de tu oreja
o es que la cornucopia de acanto se matizó en tus senos
hasta vociferar leche pastosa en cada pezón de julio
cuando en aquel paseo por el río escuchaste las sílabas
niñescas de aquel matemático de niñas impúberes
para luego iniciar esa marcha forzada de tu inocencia hacia el espejo?
Aún no se ha escrito el libro de tus posesiones
ni de las visiones terrenas que observaste en aquel agujero
cavado junto al árbol de la noche.
Se cierran tus ojos, cabecea el cuerpo junto a tu hermana.

Liebre llega tarde.


POR TI NO PASA NUNCA EL TIEMPO XI

Como si quisieras entrar al tiempo
desnuda a una plaza a una tienda de hotel
dejas tender tus dos pechos al sol
y corre el día tenebroso
como una tiniebla roja,
Te tienden un vaso, una tierra, una vida prometida
y todo es devaneo, luz solar, aquellos muertos
durmiendo abajo
balbuceando espejos vomitando sombras
y sabiéndose arcilla cuántica, número sepultado
resurrección de árboles y llantos de raíces.
Ahora dejamos salir a los fantasmas de nuestras madres
que se han marchado. Cerramos la olla con la tapadera
del suicidio. Las Medeas modernas tiemblan colgando del cuello de sus hijos y de los amordazados del reloj.
Ahora esperamos la piedad, la íngrima flecha
el fuego oblicuo y el ojo terreno de los sastres. Espero que el niño no se haya marchado, que la juventud levite asida
a un cordero de pascua o a una resurrección pagana.
He tendido tu cuerpo con horquillas desnudo al sol,
no he podido prender las velas ni amortajar tu cuerpo
con hierbas aromáticas ni besarte los ojos arriba del sudario.

El lienzo es mi cuerpo
y un humo de hiedras va persiguiendo la fugitiva especie
que amamantaste con tus dedos. Diremos que mucho ha pasado, se volverán a nosotros y dirán:
Han sido eternos, han sido cubiertos por la pelambre de la cabra y saciados con la leche de los orgasmos védicos. Es un rito funeral, un hueso carcomido
Una porción de piedras espéjicas en la historia.

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