sábado, marzo 15

MARCOS RODRÍGUEZ-FRESE • CAYEY, PUERTO RICO, 1941

doctorado en derecho por la universidad de puerto rico. en 1962, forma parte del equipo que funda la revista guajana, de poesía. antes, había trabajado con el departamento de educación, división de educación a la comunidad, famoso bastión de escritores y artistas gráficos y cinematográficos. ha publicado en varias revistas nacionales y del extranjero. fue presidente de la federación de universitarios pro independencia. como dirigente estudiantil, y más tarde por su cuenta, ha viajado extensamente por europa y américa. sus libros publicados hasta hoy son árbol prohibido (1971), primer premio de poesía del ateneo puertorriqueño, y todo el hombre (1971), también, primer premio de la misma entidad. ha cultivado, además, aunque menos asiduamente, el género del cuento, por el cual se le ha premiado en el certamen de la sociedad de hijos del antiguo san juan y en el ateneo puertorriqueño. después, no ha participado en más concursos. prepara la re-edición de sus libros ya mencionados, juntamente con los inéditos poemas simultáneos y carcaj de diana.
Esto

Aquí traigo mi voz acuchillada
y estoy aquí como si fuera cierto...
Como si hubiera cosa más amada
que este alto día y su dorado viento,
con su aire hondo, dador,
de conos suaves, de ángulos anchos
y oloroso pecho.

Aquí traigo mi voz, que ya no hay
nada en qué creer sino su gesto bueno,
su nombre pequeñito, su pie niño
y su amor sin remedio...
Más aquella, la madre, la Isla, el otro
de mano abierta y duro hombro dispuesto.

Aquí traigo mi voz.
Aquí está todo.
Y ya no más...
Sin ruego.





ANDO LAS CALLES

Ando las calles y los caminos, ciego.
Tiento vidrieras, viejas galerías,
entre destituido y perplejo.
Busco la aurora que ilumina
desde sus ojos, pero
sigue apagado el día.

Habito raros, desolados aleros,
casas ajenas, plazas desconocidas,
lugares escondidos a los cielos
que resplandecen desde su sonrisa.
No escucho al ruiseñor en que amanece,
porque navengan ya fuera del tiempo
sus manos, donde el amor palpita.

Rendido ya y hastiado, sin aliento,
me refugio en la espera, derruido.
No hay lugar más remoto que su cuerpo:
Borrado está y perdido
donde nace el silencio.





Nació de mi costado

Nació de mi costado,
descansó en mi rodilla,
reinó en mi paraíso;
pero algún dios enloqueció de envidia
y echó a la soledad nuestra inocencia.

Aún busco entrada a la ciudad ajena,
por la fruta del árbol
que sembrara mi amiga.

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