martes, marzo 11

WINGSTON GONZÁLEZ · LIVINGSTON, GUATEMALA, 1986.


aparece en la recopilación memorias del ixtágel (grupo literario manantial, 2006) y en aldeas mis ojos (cce/g, x festival del centro histórico; selección de alan mills, 2007). ha publicado los magos del crepúsculo [y blues otra vez] (editorial cultura, 2005, 98 págs.).

ha escrito en medios como sala de redacción, revista universidad, el pregón del valle, identidad shecana, los poetas del cinco y revista genérica. participó en el i festival de juglares “arquímedes cruz” (el salvador 2006), en el iv encuentro internacional de poesía “el turno del ofendido”, (el salvador 2007) y en el iv festival internacional de poesía de granada (granada, nicaragua, 2008). ponente invitado al encuentro transamérica: otras formas de confrontar las porosas fronteras de la post-modernidad, (centro cultural de españa, buenos aires, argentina, octubre 2007). encargado de paisaje en este espacio web y de texto en el festival internacional de poesía “animal del monte”.




CAFEÍNAMC


No tengo en donde caer de muerto. Reventar de enfermo

Mis hermanos átomos caminaron sobre los mares
Y un día un hombre con las formas de un ave
se levantó ante ellos deforme y extraño
Con las patas atadas a ganchos de mar. Casi vegetales, decían

En aquel mar, la muchedumbre de hotelito San Marcos
oyendo en una radio de moda sus canciones de moda

Pensaba en princesas coloniales, en trenes europeos
En el cielo de vientos grises sobre el mapa de las pequeñeces;
Oh, ese lugar tendría mesas en las que se explicaba todo
Lámparas rojas, rojas. Cantos sagrados guardados en cofre
Heridas al norte del desierto de Sonora. La misma cama
de donde la sangre de sus princesas brilla cumbiatera
huyeJosé/ huyeJosé/ cuidao con la culeeebra que muerde los pies





Después parece que una sombría y analgésica alucinación invade la plaza. Los chicos caminan pero no caminan y llueve como si no quisiera llover. El silencio me ahorca. Las goletas quieren cantar el himno nacional en garífuna, pero sus traductores están como dormidos. Como la dislalia que padezco y que impide disipar esta pena. Canto mi memorando a la corte de las penumbras. La noche es bastante larga y los tres nos disipamos en la plaza como periódicos de madrugada

Esta torre, esta atalaya, lo que sea; parece un refugio. Un puerto para avioncitos de papel como nosotros

Taumatúrgica y metamórfica, ciudad medieval
se borran las visiones
entre la niebla que despierta abandonada

La mañana será un bosque de ruinas
Jardín presidencial hechos añicos
por ángeles feos que beben de la fuente
de una casa en donde no amanece

De las sombras que dejamos sembradas queda el recuerdo
Bravo, qué útil el recuerdo. Claro, todo un héroe
La maquinita del tiempo y el trauma que hace miserables
habitar la tienda de David, el Ezequiel’s Disco Bar

Florecen los cristales rotos de las puertas
Florecen los ciegos, los sordos, los mudos
los sin ganas de ver; de ir a los lugares sagrados
Los mutilados por la plaga de las losas mexicanas
como si la muerte fuera flebítica o algo peor:
un fenómeno que ha prostituido el equilibrio

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